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jueves, 28 de octubre de 2010

El sentidio de la vida (IV)




Nota: este es un poco más largo porque no veía por donde cortar el tema

... Y esto, lleva a algo muy importante en la sociedad actual: el dinero. La grande y triste realidad es que el ser humano, en todo su potencial, en la mayoría de los casos sólo se mueve por dinero.

La vida del hombre se encuentra mucho más allá de la economía. La vida produce cambios a su alrededor, pero, ¿el hombre es capaz de hacer frente al cambio como animal inteligente? El hombre puede evitar el cambio en cierta medida con su tecnología pero llegara un momento que la Tierra se colapse e induzca un cambio a gran escala al que el hombre no pueda hacer frente; y la Tierra, volverá a estar en equilibrio. Por ello, el sentido de la vida humano, está ligado al del planeta ya que sin planeta, no habría vida.

La realidad es que el ser humano, se ha salido del ciclo de la vida, cada vez ha ido dejando más la vida, la naturaleza, de lado. Consume más de lo que debe, produce basura (cosa que no hace la naturaleza) y el hombre, en vez de cambiar él, cambiar su estructura, intenta que la naturaleza cambie y esto tiene sus consecuencias. Estas consecuencias son: el cambio climático, la escasez de recursos, la abundancia de residuos y un largo etc. El ser humano lleva produciendo cantidades ingentes de basura desde la revolución industrial. Antes también había basura pero las cantidades no eran ni mucho menos comparables. Aparte de que no había residuos no biodegradables prácticamente. La ciencia por un lado, nos ha traído desarrollo y una forma de vida mejor, pero estamos pagando un precio muy alto: el medioambiente. Sin embargo, y teniendo en cuenta el estado actual de desinterés general por el clima, la única que puede solucionarlo es la ciencia. Ha de solucionar el problema que, por su desarrollo ha surgido.

Si pasamos la vista por todo el desarrollo científico, desde la Antigua Grecia hasta la actualidad, podemos observar que del respeto y el estudio por la naturaleza se pasa a la situación actual. Podemos empezar con los presocráticos Heráclito y Parménides. El primero hablaba de que en la naturaleza todo se encuentra en continuo cambio, la naturaleza, es un fluir. En cambio, Parménides decía que el ser, lo intrínseco de cada individuo, no cambiaba nunca. Demócrito unió las dos teorías: el universo estaba compuesto por partículas indivisibles. Estas partículas no cambiaban, cambiaban las interacciones existentes entre ellas. Sin embargo, a partir de Sócrates, la filosofía tomó un carácter antropocentrista dejando de la do la naturaleza

Los romanos no desarrollaron la filosofía y el pensamiento, desarrollaron la técnica y en la Edad Media, no hubo prácticamente ningún avance en ninguna dirección y se perdió toda la filosofía Griega. Por suerte, se pudo recuperar gracias a los árabes y a La Escuela de Traductores de Toledo. Cuando termina esta época oscura del conocimiento comienza el Renacimiento donde el hombre es la medida de todas las cosas. En esta época es donde situamos a Copérnico y Galileo y donde comienza la revolución científica. A partir de esta revolución, sólo es ciencia todo aquello que pueda expresarse con matemática. Sin embargo, nadie es profeta en su tierra y, a Copérnico y Galileo, no les esperó nada más que el castigo porque sus teorías iban en contra de lo “religiosa y científicamente correcto”. Algo parecido pasa hoy en día: si un científico descubre algo nuevo y revolucionario pero que va en contra de “las bases de la ciencia moderna”, la comunidad científica se pone en su contra. Posteriormente Bacon asentará las bases del método científico y se separa la ciencia de la filosofía. A partir de este punto el hombre empieza a hacer lo que la técnica le permite y por ello, se intenta conocer la naturaleza para utilizarla y el hombre comenzó a consumir materia no renovable.

En resumen, podemos encontrar tres fases por las que ha pasado la ciencia: el conocimiento de la naturaleza, el conocimiento del hombre y el conocimiento de la naturaleza para que el hombre pueda utilizarla.

Posteriormente, Descartes sigue con el desarrollo científico: separa el cuerpo de la mente. La mente es la parte propiamente humana y el cuerpo es la parte animal. Estudió un conjunto, el cuerpo y la mente, por separado. Esto es muy similar al método de Newton que consiguió englobar toda la física conocida pensando que el tiempo era absoluto y, afirmando, que los hechos pueden estudiarse por separado y sumarse sus efectos. Con la Teoría Newtoniana se llegó a un escalafón en el que se podía medir todo.

Sin embargo, en el siglo XX con la Teoría de Einstein, se acabó con la certeza y se empezó a hablar de probabilidad que decía que el tiempo no era absoluto. Y con la matemática del Caos se llega a la conclusión de que lo importante son las relaciones existentes entre las diferentes partes del problema por lo que no pueden separarse y sumarse sus efectos.

Pero a pesar de estos descubrimientos, el paradigma científico actual es el método de Newton. La física Newtoniana está embebida en la sociedad, es algo intrínseco. Se piensa que con la física se puede explicar absolutamente todo lo que ocurre en el universo y eso, no es verdad, cada mínimo hecho depende de infinitas variables de las que, incluso, puede que no conozcamos alguna. Además, aunque se conocieran todas las variables necesarias para predecirlo todo, puede que no se produzca. Por esos se habla de probabilidad. Siempre es posible que ocurra cualquier cosa en contra de toda probabilidad por eso, la probabilidad no va a ser nunca del cien por cien. En cuyo caso, siempre existen sistemas más o menos equilibrados. Cuanto más equilibrado esté un sistema, se puede predecir mejor hasta cierto punto que va a ocurrir.

Retomando el hilo tras esta explicación, en el sistema global del planeta, el hombre está fuera del equilibrio por lo que para que este sistema vuelva a ser estable, ocurrirá algo que lo reestablezca. Llegados a este punto, el hombre puede cambiar para adaptarse de nuevo conforme al equilibrio y al curso de la vida o puede que se extinga en el intento de mantener las cosas como están.