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domingo, 3 de octubre de 2010

El sentido de la vida (III)

Esta gente, es consciente de que el ser humano, dentro de su misticismo, su razón o, por llamarlo de alguna forma, desde su posición privilegiada de conciencia, sabe, indirecta o directamente que el ser humano es un animal social.

En la naturaleza podemos encontrar que muchos animales forman grupos como los leones, los elefantes, algunas aves e incluso algunos insectos. El ser humano es uno de estos animales pero en muchos casos no tiene conciencia de grupo. A pesar de ello, el ser humano, eligió vivir en comunidad y convertirse en animal social para prosperar. Esto nos hace pensar que como conjunto, somos mucho más fuertes que por separado pero no sabemos ponernos de acuerdo para luchar por algún objetivo en común. En mi opinión, el ser humano debería tener conciencia de raza. Y de esta forma acabarían los conflictos entre los diferentes países por la supremacía mundial. En cualquier caso, al hombre le es muy difícil vivir en paz, siempre crea conflictos de cualquier tipo con sus semejantes porque intenta siempre imponer sus criterios y, si no lo consigue, utiliza la fuerza.

Sin embargo, desde que se nace ya se pertenece a un grupo determinado de gente que tiene unas características particulares que les diferencian del resto. Se pertenece a una familia, a un barrio, a una ciudad o pueblo, a un país, a un continente, etc. Después a medida que el individuo se desarrolla puede elegir formar parte de otros grupos: un instituto determinado, de una universidad, una tribu urbana, un partido político, etc. A mi modo de ver, estas clasificaciones hechas por el propio ser humano no son más que una forma que tiene el individuo de rodearse de gente que opina lo mismo que él para encontrarse más integrado. Y es que, el ser humano necesita integrarse en alguna de estas clasificaciones.

Pero, esto nos lleva a plantear si el ser humano es libre de elegir. ¿Siempre o sólo en ciertos casos? Subjetivamente, el ser humano es libre, puede elegir ciertas cosas, pero objetivamente no, necesita pertenecer a algo, seguir unas normas sociales; ya que, si no las siguiera no podría estar en la sociedad y el ser humano, si esta completamente solo, no es feliz. Entonces, es cuando aparecen los grados de libertad: un individuo no puede elegir en que familia vivir pero si puede elegir su partido político. Sin embargo, todas las influencias cuentan. Cada individuo se clasificará a si mismo dentro de un grupo según sus vivencias. Como decía Ortega “Yo soy yo y mi circunstancia”, es decir, cada persona se desarrolla de una forma por los acontecimientos que le ha tocado vivir. Esto nos plantea que incluso la gente que afirma que no es de ningún grupo, ya forma parte de uno, del grupo de los que no quieren ser de ningún otro, la corriente de los anticorriente.

Pero, como todo, tienen su punto bueno y su punto malo. Como parte buena: el individuo se siente más integrado en un ámbito y nos ayuda a darnos cuenta la diversidad humana acerca de un mismo punto. Por ejemplo, hay montones de tipos de música y la gente se clasifica según que música le gusta. También podemos pensar en toda la diversidad de partidos políticos existentes, en modos de vestir, etc. Sobre cualquier punto van a salir múltiples opciones.

Sin embargo, por otro lado, también está la parte mala. Tanta diversidad y el deseo de la gente de clasificarse de una forma u otra, lo único que hace es que el ser humano, como tal, pierda cohesión. Somos una gran manada que, si actuara junta, podría llegar mucho más lejos de lo que está llegando actualmente. Esto es debido a que, dentro de sus características, el ser humano es muy competitivo: cada individuo piensa que su “grupo” o su “clasificación” es la mejor. Por ejemplo, un individuo quiere que su partido político gane porque es el mejor, o que su país sea el más desarrollado porque tiene mayor potencial. Y esto, lleva a algo muy importante en la sociedad actual: el dinero. La grande y triste realidad es que el ser humano, en todo su potencial, en la mayoría de los casos sólo se mueve por dinero.

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